Es una palabra que últimamente, aparece mucho en discusiones y artículos, la verdad es que me gustaría sentarme y analizar lo que para mí significa.
En el momento que me planteo salir de casa, no pienso en a donde tengo que ir o con quien he quedado, si no que pienso en conducir, por donde voy a ir al destino y si estoy motivado o no. Bajo al garaje y antes de subirme a él, lo examino un tiempo, como si fuese la primera vez que lo veo, toco el techo con la misma sensación que se tiene al saludar a un amigo y abro la puerta.
Me acomodo en mi asiento, ya desgastado, con sus holguras y sus deformaciones de los años, pero en cierto modo me abraza, un vistazo al interior que siempre acaba en el nuevo volante, más pequeño y gordo que el de origen, pero de la misma época y filosofía que el coche. Es la misma sensación que el primer día que me monté en él, nuestros primeros metros juntos, nada cambia.
Me pongo el cinturón y comienza el breve período de arranque, piso el freno, contacto, verificando, señal de OK en el cuadro y giro la llave, el sonido de ese enorme y viejo cinco cilindros me enamora cada día más, motor suave pero a la vez se siente viejo y tosco, es perfecto.
Ya es momento de pensar en el quién y el donde, salgo por el camino de siempre, ventanilla abajo y enfilo la recta de todos los días, cambiando a no más de 3000rpm, pues respeto el proceso de calentado y la verdad, es cuando mejor suena, disfruto tanto de ese sonido, que apenas me molesto en poner música.
Disfruto de otra tarde de final del verano astur, con cierta temperatura pero siempre entrando el fresco por la ventanilla y viendo como el sol hace una de sus breves apariciones. En mente siempre tengo la ruta mas divertida o menos transitada, en este caso me lleva a una urbanización que es el punto de residencia de varios amigos, no es la Targa - Florio, pero son unos kilómetros que se hacen entretenidos, no son más que rotondas y rectas, afortunadamente en las horas que circulo por esa zona, casi no hay tráfico, y puedo ir conociendo la nueva suspensión casi recién estrenada.
Llego a la primera rotonda y freno con mucha antelación vigilando el tráfico, reduzco a base de doble embrague, que aunque no tiene mucho sentido, es una maniobra preciosa y gratificante, por no mencionar una vez más, el sonido, aún mas presente desde que quité el aislante del motor. Entro en la rotonda sin nadie que me moleste, toco el freno en el vértice y me rio al notar el coche deslizando la trasera minimamente y mucho mas noble que antes, salgo de la rotonda y vuelvo a la normalidad, repitiendo el proceso en las dos rotondas siguientes. Tras ello enfilo una recta custodiada por altas paredes con lo cual, subo de marchas hasta las 4500rpm, para disfrutar de ese sonido grave y bruto que sólo sale en ese rango de revoluciones. Los metros de diversión han acabado y es hora de encender un cilindro nicotínico fumable.
Las buenas sensaciones, dependen de cada uno, pero siempre están ahí, si que es cierto que hay coches que TRANSMITEN más que otros, pero de eso hablaré otro día.
Bra-vo
ResponderEliminarEso son las sensaciones, estan dentro de uno mismo.
Buenisimo, pondria algo mas, pero es que lo has descrito que parece que me subi yo al coche.
Efectivamente. Bien transmitido.
ResponderEliminarSi me permites ser crítico, que sé que en este momento de inicios también lo buscas y aprecias, creo que estás mezclando un poco dos conceptos:
- Por un lado está lo de las sensaciones, que lo has bordado: el de que un coche, un buen coche, debe generar alegría y gozo desde que entras por la puerta del garaje hasta que te vuelves a bajar al volver. Es algo tan terriblemente importante para mí y tan poco frecuentemente mencionado por la gente... Eso implica efectivamente una bonita línea, un interior acogedor y con "empaque" [grandiosa palabra para describir un interior], un motor con carácter (aunque no ande una mierda, eso en realidad no importa tanto), y un coche con el que a ser posible te descojones de risa después de 4 curvas. Fíjate que aún no he hablado ni de prestaciones, ni velocidades, ni efectividades ni tan siquiera configuraciones motrices.
El ejemplo máximo lo ponía el gran Gamab (¿qué habrá sido de él?) que durante el poco tiempo que tuvo un Speedster comentaba que cada vez que bajaba al garaje lloraba de risa viendo el puto desastre de coche que se había comprado.
-El otro concepto que estás mezclando un poco se debe, al fin y al cabo, a tu poco tiempo al volante que todavía no te ha permitido como es normal que todo ese mundo de sensaciones permee en tí, se asiente. Y es que tu coche, si bien con muchísimo encanto y buen hacer, no se diferencia tanto como crees de otros muchos...y es que para encontrar cosas que realmenten llamen la anteción o digas "joder, qué diferencia con el mío!!" te tienes que ir a cosas mucho extremas de lo que piensas ahora. En mi caso esto me causó una desagrable desilusión sobretodo en lo que a potencia se refiere, nada por debajo de 400cv me ha llamado la atención y ya van unos cuantos que se supone me tenían que haber dicho algo más, así que mira, ese dinero que me ahorro. Lo mismo pasa con lo que la gente llama "sensaciones". Chico, qué quieres que te diga, será que acostumbrado a un coche para midgets en el que voy con medio cuerpo fuera, escuchando el ruido de cualquier cosa mecánica del coche y con el culo a la altura que va, pues cuando te subes en BMWs o en compactos deportivos pues simplemente por llevar chapa alrededor y algo de aislamiento acústico ya puede correr que no impresiona ni asusta, ya puede sonar el motor que al llevar techo para mí no se oye, etc...
Lo que te quiero decir, es que los coches son mucho más parecidos unos a otros de lo que parece, incluso cuando te vas a cosas salvajes. En mi caso incluso el KTM me desilusionó (entiéndeme) porque no es tan diferente a otro coche más, simplemente tiene un paso por curva brutal y frena de una forma que Newton no contemplaba en sus ecuaciones...pero las sensaciones no son tan diferentes como pudieras pensar, de verdad. Luego la gente que lo ha probado dice que transmite mucho más que un Lambo o un Ferrari, cosa que ya acabó de deprimirme.
Al final lo que queda es la "actitud", el "sabor" del coche, pero para eso no hay que gastar tantísimo dinero.
En cierto modo coincido con amargón. A mí me cambió la vida cuando fui a Brands Hatch a probar los Caterham, con sólo andar 2 metros ya te das cuenta de que esa es una mierda muy seria. Y luego te subes a un M3 y te parece un autobús con pretensiones. Pero en cambio no estoy de acuerdo con la idea de que esa sensación sea absoluta: Al principio sí, pero si somos honestos, siempre tienes un pequeño utilitario o coche viejo que guarda sensaciones especiales para tí, aunque objetivamente sea un truño de coche. Enzo Ferrari tenía un Mini Cooper, y siempre que lees a la gente de PistonHeads o Evo subirse a un Mini, te dicen que se les pone cara de "grinch" mientras pasan por una curva a 30 kmh al borde de la tragedia.
ResponderEliminarEs una sensación bastante relativa, yo he tenido la suerte de probar auténticos pepinos de coche, y coches con sensaciones de infarto, y aún así, la sensación de identificación y unión con mi utilitario deportivo de siempre es otra historia, es el mearse de risa que dice Amargon, y una complicidad infinita. Vamos, exactamente lo que hace que no lo vendas nunca, y si lo haces te arrepientes el resto de tu vida.
Sigue así, vas por el buen camino.